Sinceridad, ¿hasta dónde?


Amor no siempre significa contarlo todo. En muchas ocasiones, no decir aquello que creemos que puede provocarle daño a nuestra pareja es la mayor demostración de cariño.

¿Hasta dónde mantener la sinceridad en una relación amorosa? ¿Hay que decirlo todo? ¿Por qué se miente a la pareja? Por miedo, por desconocimiento de uno mismo y por falta de valor para enfrentarse a las verdades individuales. La verdad que nos concierne a nosotros mismos siempre intenta ser nombrada y no es posible escabullirse de ella. Aquello que siendo fundamental y verdadero trata de ocultarse a otro al que amamos sale a la luz tarde o temprano. Sólo aquello que al otro no le concierne directamente es lo que se puede ocultar.

Dudó mucho antes de contarle a su marido aquel encuentro con un desconocido con el que trabó amistad en un viaje. No había tenido importancia para ella, pero lo hizo. Elvira pensaba que en la pareja hay que ser sincero y contarlo todo, pero se equivocó: su marido comenzó a tener demasiados celos de aquel hombre y Elvira empezó a sentirse culpable de que alguien se hubiera fijado en ella con cierto interés después de tanto tiempo.

Sentirse querida

Elvira había hecho un viaje con una amiga de la infancia. La habían prejubilado y tenía todo el tiempo del mundo para ella después de haberse pasado toda la vida trabajando en una empresa. Un atractivo hombre de negocios, divorciado y amable, le había hecho pasar una tarde agradable y le había dicho algún piropo, que le hizo sentirse de nuevo una mujer atractiva. Tenía 55 años, sus hijos –mayores– ya se habían ido de casa y su esposo, absorto en su trabajo, hacía mucho tiempo que no le decía nada. Su marido se tomó muy mal que su mujer, según él, coqueteara descaradamente con otro. Durante un tiempo ella pensó que se lo había confesado porque se sentía culpable, pero ¿culpable de qué? Quizá de haber tenido deseos de huir de la vida que llevaba o, probablemente, de sentir que echaba demasiado de menos que su marido le dijera algo amoroso y agradable y, además, la valorara como mujer.

Elvira se mentía a sí misma porque el hecho de comentarle a su pareja el encuentro con aquel hombre tenía algo de venganza por su falta de atención, que en la situación actual (sin trabajo y con los hijos fuera de casa) necesitaba tanto. Ella era más sincera con él que consigo misma. ¿Buscaba un motivo para romper? ¿Quería llamar su atención? ¿Creía que si él se ponía celoso significaba que aún la quería?

Confesiones

Una relación de pareja se sostiene en el tiempo si la comunicación entre los cónyuges es buena y ambos se dedican tiempo el uno al otro. Para que el amor no desaparezca, la relación debe ser verdadera y estar basada en la lealtad hacia uno mismo y por tanto hacia el otro. Si decidimos contarle una verdad a nuestra pareja, tenemos que tener claro a qué está destinada. Es posible confesar ciertos hechos por amor pero también lo podemos hacer por venganza. Podemos decir una verdad para ser honrados con nosotros mismos y con el otro o podemos hacerlo para hacer daño o desculpabilizarnos. Podemos decirla para ser castigados o para promover en el otro una actuación.

Algunas personas tienen la necesidad de callar determinadas cuestiones porque les produce una sensación de mayor libertad. Cuando esto ocurre con la pareja, es porque se está reproduciendo una manera de actuar que demuestra cierta fragilidad emocional. Estas personas, por lo general, se han sentido invadidas en su intimidad y omiten información para defenderse de la excesiva intromisión del otro.

Acercarse al otro

La pareja es la unión de dos sujetos, dos mundos internos, dos realidades, dos sexualidades, dos conciencias, dos inconscientes. Esto no significa estar pegado al otro, ser iguales o vivir en un estado simbiótico o parasitario. Interrelacionarse no significa confundirse. En toda pareja se dan las identificaciones mutuas, lo que implica que cada uno pone elementos de sí en el otro. Esto es lo que puede favorecer que un relato sincero a nuestra pareja se convierta en una descarga más que en un intento de compartir lo que nos está ocurriendo. Cuando la sinceridad se produce en un momento adecuado, sirve para acercarse íntimamente al otro.


¿QUÉ LE PASA?

• Cuando corremos a contarle a la pareja algo que puede hacerle daño, es probable que se haga para aliviar la culpa propia.

• Cuando sentimos como algo malo no contarle todo, probablemente está funcionando una dependencia excesiva hacia la pareja.

• La sinceridad no tiene que ver con decir todo lo que nos pasa, sin ningún criterio. Es importante refl exionar antes de herir con el argumento de ser sincero. No contar aquello que creemos que sólo va a dañar a nuestra pareja puede ser un acto de amor. Esto no quiere decir que se engañe al cónyuge, sino que no se le utilice para descargar sobre él cuestiones que no se tienen claras.

• Contener en la reserva de nuestro mundo interno determinadas verdades que en nada afectan a la pareja es un síntoma de independencia personal.

¿QUÉ PODEMOS HACER?

• Antes de hablar con nuestra pareja sobre algo que creemos que concierne a la relación, tenemos que refl exionar si se trata de algo que sólo nos concierne a nosotros y no nos atrevemos a resolverlo.

• La sinceridad con el otro pasa primero por conocerse bien a uno mismo y saber por qué se le cuenta algo a la persona que amamos.

• Sólo después de haber procesado psicológicamente nuestros deseos y nuestros actos podemos ser sinceros con el otro, porque no será para aliviar un peso del que no podemos hacernos cargo, sino que lo haremos para compartir lo que nos ha sucedido.

• Conviene reflexionar sobre la idea de que ser natural es algo bueno y que ello implica ser sincero. Esta argumentación es falsa; tras la naturalidad se esconde una falta de dominio de los impulsos que no son procesados adecuadamente
fuente :
http://www.hoymujer.com

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